Educación Física en México
Desde que se introdujo en la enseñanza obligatoria la especialidad de educación física, a la par que otras, como complemento a la formación infantil, primaria y secundaria de todos los niños y niñas Mexicanos, se hizo con una intención clara: la de posibilitar la formación integral del alumno/a y desarrollar, en la medida de sus posibilidades, todas las capacidades que configuran la personalidad en el proceso formativo de cualquier niño/a. Es hora de hacer un planteamiento serio de cómo se ve y cómo se entiende la educación física y de sí ha contribuido a cumplir con la intención con la que nació.Tradicionalmente, se entendía y, desgraciadamente, aún se entiende, la Educación Física como el desarrollo de una serie de aspectos motrices y físicos que capacitan al alumno para una mejor práctica de actividades deportivas. En resumidas cuentas, se trata de favorecer los condicionantes motrices, anatómicos, fisiológicos y físicos del alumno/a, para la mejor y más eficaz ejecución de unos movimientos establecidos, denominados técnicas, que componen la base de unos juegos que se han dado en llamar deportes. Es decir, preparar para ser un buen deportista, entendiendo por ello el que ejecuta bien las técnicas del deporte en cuestión.
En la educación física de base, entendida según los principios teóricos y pedagógicos, y que es la que propugna el sistema educativo (a pesar de ello no es garantía de que se cumpla) se trata de desarrollar al máximo todas las capacidades que giran en torno a lo corporal y que configuran la personalidad. Ente ellas, como decía anteriormente, están la capacidad crítica y la capacidad de elección. La capacidad crítica se manifiesta y se trabaja, favoreciendo al alumno el desarrollo de sus posibilidades atendiendo a sus características físicas, motrices, afectivas y personales peculiares. De esta manera el alumno/a valora la actividad física en función de cómo aprende, cómo disfruta, cómo le sirve para su crecimiento y de con quién la realiza y cómo la realiza. Así va generando una opinión sobre la actividad motriz, y no se dedica sólo a repetir un modelo. La capacidad de elección surge entonces, en la medida en que se acopla mejor a una actividad motriz que a otra, o simplemente, en que disfruta y aprende más con una actividad que con otra. Esta capacidad de elección se ve completada si la propuesta que se le ofrece es variada y múltiple, tal y como establecen los principios educativos.
Para que esta oferta educativa sea posible es necesario ofrecer, en la etapa de formación física (precisamente la etapa de primaria, la de secundaria) una serie de propuestas motrices variadas y al mismo nivel. Es decir, se trata de desarrollar todas las capacidades, y no sólo la ejecución técnica de movimientos.
ENFOQUES DE LA EDUCACIÓN FÍSICA
La educación física está considerada como asignatura integrante de los planes de estudio de los distintos niveles de educación básica y representa una disciplina que contribuye al desarrollo armónico del individuo, mediante la práctica sistemática de la actividad corporal.
Está orientada a proporcionar a los niños y jóvenes elementos y satisfactores motrices en relación con sus necesidades, intereses y capacidades que puedan ser manifestados durante su participación en los diferentes ámbitos de la vida familiar, social y productiva.
En la historia de la educación física en México se ha trabajado con los niños y jóvenes siguiendo diferentes enfoques, cada uno representativo de una determinada tendencia curricular.
A partir del año de 1940 predominó el enfoque militar caracterizado por la rigidez del trabajo docente; los alumnos debían acatar y cumplir órdenes bajo un estricto control; su máxima expresión eran las marchas y evoluciones con un evidente grado de sincronización de los movimientos.
En 1960, prevalece el enfoque deportivo. Su finalidad principal era la competencia, por lo que el proceso enseñanza-aprendizaje se centraba en fundamentos deportivos y complementariamente en actividades recreativas, situación que promovió la selección de talentos deportivos.
Para 1974 el enfoque curricular es psicomotriz; en él los alumnos debían cubrir como mínimo ocho unidades de aprendizaje definidas por objetivos, la preocupación de los maestros se centraba en aplicar métodos de educación psicomotriz que contribuían al desarrollo físico e intelectual de los alumnos.
Para 1988 el enfoque curricular cambia al modelo orgánico-funcional donde prevalece el trabajo estructurado por objetivos en ocho unidades; se da mayor importancia al desarrollo de las habilidades motrices, relacionando los contenidos con el funcionamiento de órganos, aparatos y sistemas del cuerpo humano, de tal manera que para el alumno era necesario relacionar los conocimientos adquiridos con el funcionamiento de su cuerpo.
El planteamiento actual surge en 1993 con el enfoque motriz de integración dinámica en el cual el movimiento corporal de los alumnos es básico para que éstos adquieran aprendizajes significativos, aprovechando al máximo los beneficios que la actividad física tiene para el desarrollo de las habilidades, destrezas hábitos y actitudes relacionados con el movimiento corporal.
El respeto a su capacidad de aprendizaje posibilita la proyección de experiencias motrices a diferentes situaciones de la vida cotidiana, y es de integración dinámica por la constante interrelación que existe entre los ejes temáticos, que se refieren a cada uno de los campos de acción que conforman a la educación física, tomando siempre como punto de partida el movimiento.
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