Filosofía de la Educación Física
La Educación Física - Educación Motriz está sujeta a muchos estereotipos de interpretación social y, por ello, hay que remarcar que de las muchas connotaciones e intencionalidades que puede alcanzar la motricidad humana, será exclusivamente la educación de la persona la esencia y objeto de nuestra actuación en un ámbito educativo.
Así, la Educación Física - Educación Motriz debe ser entendida como la educación que se logra a través de las estructuras físicas que soportan el movimiento humano que son capaces de configurar la totalidad de la personalidad del individuo. Nunca como la educación de lo físico que pertenece al hombre, a su cuerpo. Esto está, sin duda, integrado en el anterior compromiso. No es el cuerpo el que se mueve, es la persona la que se mueve, y esta opción de movimiento involucra necesariamente a todas las estructuras de la personalidad de quien se compromete en esa acción. De este compromiso nace la posibilidad de auto-educación, a través de la realización de prácticas motrices en situaciones que permitan una interacción con el entorno en los términos inteligentes que hemos propuesto.
Configurar la personalidad del individuo significa incitar, crear y facilitar formas de actuación-comportamiento que permitan utilizar de forma diferenciada y significativa todas las capacidades mentales, cognitivas, coordinativas, condicionales, afectivo-sociales, emotivo-volitivas y expresivo-creativas que puedan conformar las muchas formas de actuación individual, en situaciones didácticas que permitan una auto-reflexión y un auto-conocimiento. Para ello, las experiencias motrices propuestas han de permitir la reflexión individual, para crear una propia visión de aquella experiencia, para que el individuo conozca, evalué y sea consciente de la auto-estructuración de su persona.
Es necesario plantear en los movimientos unas premisas, que cumplidas, permitan ejercer una acción educativa sobre el sujeto ejecutor, ya que ese movimiento es fuente de experiencias que conducen a una interacción entre el sujeto y el medio en el que se ejecuta la tarea. Es problema del educador, el promover tareas en las que, de esta interacción, se desprendan beneficios educativos para el sujeto. El educador puede plantear en la actividad unas premisas que faciliten la interacción entre el individuo y las personas o las cosas con quien comparte la tarea, proporcionando posibilidades de establecimiento de lazos afectivos con las personas, o de conocimiento real de las cosas. En ambos casos plantear, o hacer que se planteen, situaciones que modifiquen los niveles de emotividad que hacen fluctuar los niveles de comportamiento del sujeto. Vistas así las cosas, se pueden justificar, en algunos momentos en la E.F., tareas que entrañen riesgo, pues éstas, son situaciones de un nivel de emotividad no utilizadas en el resto de áreas educativas.
De mi relación con las cosas, no sólo obtengo su conocimiento, sino también mi propio conocimiento, comparando sus características con las mías propias y su naturaleza con la mía, mejorando por tanto mi Automía. Cuando las situaciones son más o menos previsibles, la capacidad educativa de las tareas, por realizarse en esas circunstancias, puede ser mayor o menor. El sujeto programa unas tareas para una situación espacial que ha percibido, pero al tiempo de su aplicación aquella situación puede haber cambiado, y no ser aplicables. Unas veces nuestras capacidades superan la dificultad, y otras no, en ambos casos aumentará nuestra Autonomía. Cuando el espacio está ocupado por otros cuerpos, también pueden aumentar la dificultad en la ejecución de algunas de las tareas planteadas por nosotros, por lo tanto, en el espacio contrastamos las capacidades posibles de realizar, con las realizables, es nuestro "campo de pruebas", fuente de nuestro propio conocimiento. Cuanto mayor es el estado de incertidumbre espacial, mayor es la interacción entre el hombre y el medio, por tanto más se estimulan las conductas de decisión, y se pone a prueba la disponibilidad del sujeto.
Esta filosofía, basada en los valores humanos de autonomía y libertad, permite impartir Educación Física - Educación Motriz a cualquier grupo de individuos con independencia de su situación socio-cultural. La educación integral de la persona, consiguiendo la configuración de su personalidad, es posible a través de las experiencias motrices educativas que pueden involucrar la totalidad de capacidades del individuo.
Desde los 3-4 a los 16-17 años es donde se establece y configura de la forma más importante la personalidad del individuo. Por ello, en esta etapa un alto nivel de actuación debe ser conferido al profesor de Educación Física - Educación Motriz.
A día de hoy, ni las personas de la sociedad ni las que representan las instituciones valoran suficientemente la labor del profesional de la Motricidad Humana. Es nuestra responsabilidad cambiar esta situación y hacer aumentar hasta el lugar que le corresponde el prestigio y relevancia real de la Educación de la Motricidad Humana.
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